Latín

Latín
El latín (autoglotónimo: Lingua Latina o Latina; en griego clásico: Λατινικὴ ɣλῶττα; en neogriego: Λατινική γλώσσα o Λατινικά) es una lengua itálica perteneciente al subgrupo latino-falisco, y a su vez a la familia de las lenguas indoeuropeas, que fue hablada en la Antigua Roma y posteriormente durante la Edad Media y la Edad Moderna, llegando hasta la Edad Contemporánea, pues se mantuvo como lengua científica hasta el. Su nombre deriva de una zona geográfica de la península itálica donde se desarrolló Roma, el Lacio (en latín, Latium).

Adquirió gran importancia con la expansión de Roma, y fue lengua oficial del Imperio romano en gran parte de Europa, África septentrional y Oriente Próximo, junto con el griego. Como las demás lenguas indoeuropeas en general, el latín era una lengua flexiva de tipo fusional con un mayor grado de síntesis nominal que las actuales lenguas romances, en la cual dominaba la flexión mediante sufijos, combinada en determinadas veces con el uso de las preposiciones, mientras que en las lenguas modernas derivadas dominan las construcciones analíticas con preposiciones, mientras que se ha reducido la flexión nominal a marcar solo el género y el número, conservando los casos de declinación solo en los pronombres personales (estos tienen, además, un orden fijo en los sintagmas verbales).

El latín originó un gran número de lenguas europeas, denominadas lenguas romances, como el español, francés, franco-provenzal, friulano, gallego, istriano, istrorrumano, italiano, ladino, ligur, lombardo, meglenorrumano, napolitano, occitano, piamontés, portugués, romanche, rumano, sardo, siciliano, valón, véneto, aragonés, arrumano, asturleonés, catalán, corso, emiliano-romañol, y otros ya extintos, como el dalmático, panonio y el mozárabe. También ha influido en las palabras de las lenguas modernas debido a que durante muchos siglos, después de la caída del Imperio romano, continuó usándose en toda Europa como lingua franca para las ciencias y la política, sin ser seriamente amenazada en esa función por otras lenguas en auge (como el español en el o el francés en el ), hasta prácticamente el.

La Iglesia católica lo usa como lengua litúrgica oficial (sea en el rito romano sea en los otros ritos latinos), aunque desde el Concilio Vaticano II se permiten además las lenguas vernáculas. También se usa para los nombres binarios de la clasificación científica de los reinos animal y vegetal, para denominar figuras o instituciones del mundo del Derecho, como lengua de redacción del Corpus Inscriptionum Latinarum, y en artículos de revistas científicas publicadas total o parcialmente en esta lengua.

El alfabeto latino, derivado del alfabeto griego (en sí derivado del alfabeto fenicio), es ampliamente el alfabeto más usado del mundo con diversas variantes de unas lenguas a otras. El estudio del latín, junto con el del griego clásico, es parte de los llamados estudios clásicos, y aproximadamente hasta los años 1970 fue estudio casi imprescindible en las humanidades. Hasta el día de hoy, en países como Alemania, en los Gymnasien se enseña latín o griego junto a lenguas modernas.

País
  • Ciudad del Vaticano
    La Ciudad del Vaticano, oficialmente Estado de la Ciudad del Vaticano (Status Civitatis Vaticanæ; Stato della Città del Vaticano), o simplemente el Vaticano, es un Estado soberano sin salida al mar, cuyo territorio es un enclave dentro de la ciudad de Roma, en Italia. Es uno de los seis micro-Estados europeos, y también es el Estado soberano más pequeño del mundo en extensión y población. Su forma de gobierno, de acuerdo con la clasificación internacional, es la de una teocracia organizada como una monarquía absoluta.

    La Ciudad del Vaticano tiene una extensión de 0,49 km² (49 hectáreas) y una población de aproximadamente 800 habitantes, por lo que resulta un híbrido de ciudad elevada al rango de Estado independiente, siendo además el más pequeño del mundo. Es tan pequeño que solo la basílica de San Pedro es un 7 % de su superficie; la basílica y la plaza de San Pedro ocupan un 20 % del territorio, lo que lo convierte en el territorio independiente más urbanizado del mundo. La Ciudad del Vaticano comenzó su existencia como Estado independiente en 1929 tras la firma de los Pactos de Letrán celebrados entre la Santa Sede y el entonces Reino de Italia, que en 1870 había conquistado los Estados Pontificios.